Categoría: Publicación

20 ene

CUANDO LLEGUE LA PRIMAVERA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Cuando llegue la primavera
dejaré que me ames.
No es que en invierno no te quiera,
es porque la flor aún no está abierta.
Y sería un amor hipócrita,
un romance egoísta,
como las rosas que se quieren oler todo el año,
pero en un invernadero se cultivan.
Cuando llegue la primavera
dejaré que me ames…
¡Espérame a abril!
Y búscame en el valle donde florecen salvajes las amapolas…

26 nov

VOLÁTIL

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Quiéreme fuerte y abrázame como si un tornado te llevara y tus pies a la tierra clavados no quisieran echar a volar.

Ámame en el mal tiempo y en la nevada, en el más crudo invierno; calienta tu sol en la madrugada.

Recuerda que soy viento, y que con mi cabello te envuelvo; hilos que bailan sueltos, como las olas salvajes del mar del cielo.

Recuerda que soy viento, y que no te acaricio pero te toco, y que no me ves pero te observo, y que te beso en los labios y no te beso,… y en tu cuerpo,… y en tu cuerpo…

 

Recuerda que soy viento,… y que igual te quiero que no te quiero.

26 nov

TIRITERA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

¿Es que no ves que tirito?
¿Y que siento fresco en tu cobijo?
¿Y que tu abrazo no me calma?
¿Y que aun vestida estoy desnuda?
¿Y que el calor de tu piel no me basta?
¿Y que no es de frío por lo que tiemblo?
¿Que abrigos para el corazón todavía no se han cosido?

26 nov

CUADRO

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

El trazo suave de tu cuerpo curvo sobre el mío.
El difuminado oscuro del hueco de tu vientre sobre el mío.
La tonalidad canela de tu piel mezclada sobre la mía.
La luz tenue destacada en mis manos y en tu espalda. En esta cama.
En la tuya y en la mía…

Una pintura que se deja mecer por el aire…
Que el viento no agita.
Quieta.
Realista.

Eterna.

27 oct

ODA A MI AMANTE (fragmento)

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

[…] Un vendaval de frenesí controlado arranca mis piernas de la tierra,
y retuerce sus diez raíces,
que se encogen y se estiran
a cada estremecimiento que sopla mi garganta.
Y así, relajada y disponible, te ofrezco mi fruto,
de un color tan vivo, tan rosado, ya maduro,
que a punto de caer se ocultaba con recelo entre las ramas podadas.
Acarícialo, pálpalo, cógelo…
Y piensa si deseas saborearlo,
pero no lo dejes en su árbol. […]

16 jul

TUS ALAS

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Recolecté las más majestuosas plumas caídas,

las cosí con los más deslumbrantes hilos dorados,

las laqué con el más claro de los blancos,

las rocié con el más dulce de los aromas.

Ahora, colócalas en tu espalda… y vuela…

Lejos,… vuela…

Tú solo,… vuela…

que yo todavía cumplo aquí abajo,

en el inframundo, mi penitencia.

14 jul

LLOVÍA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Llovía. Pero no tenía con qué cubrirse.
Y caía, como filos agudos de espadas sobre su carne.

Y para poder resguardarse empezó a correr.
Y corría,… pero aún llovía…
Y más corría,… pero aún le hería…
Y corría mucho más,…
pero en su rostro golpeaban ya,
y apenas veía.

Le seguía la lluvia, o quizás la seguía él.
Y quería dejarla, pero no podía.
Parecía querer atraparla, y corría,…
más veloz,… corría,…
tras ella,… corría,…
hasta tocarla con la suave punta de sus dedos,
por la cintura.

Y le miró la lluvia,
a su cara herida,
con unos ojos muy húmedos,
a su cara empapada,
con unos ojos de sangre.

Y ya casi no llovía. Chispeaba.
-Te quiero… -le decía…

18 may

LA AMANTE DE NEPTUNO

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Ella se sentía sola. Su sexo desamparado. Todavía recordaba, mas a rasgos imprecisos, la última ocasión en la que había sido gozada. Él la había estado tocando aquella tarde dominical hacía varios meses, por dentro del pantalón vaquero, con su cremallera deslizada hasta casi rasgar la costura, bajo el cual su cándido y suave pubis permanecía oculto. La playa estaba deshabitada, y los dos furtivos se mordían los pellejos de los labios, y exhalaban los alientos en las contrarias bocas, como si pretendiesen nutrir con sus propios aires vigorizantes el uno al otro, a la par que se acariciaban con codicia, unidos como dos siameses. Aquella tarde, fue sólo aquella tarde.
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