Rasga mi sensibilidad.
Desnuda con dominación mis ideales.
Haz que al exterior aflore mi pecho que palpita.
Aprieta contra la pared mis debilidades.
Y lame entre risas… Muérdelo… ¡Come!
Alcanza el punto más poderoso de tu clímax.
Entonces… deja que vuelva mi corazón a bombear a su ritmo,
deja que mis zapatos vuelvan a ser mi soporte,
deja que me vuelva a poner mi vestido de romance.
Y deja que me vaya.
No quiero escuchar tu voz susurrando: “Mi amada…”
¿Pues después del orgasmo que queda?
El silencio sólo,
la paz, la nada…
Nada.