LA INSACIABLE

Eva Villares / Publication / / 0 Comments / 1 like

Hot letter of love … I wrote some time ago …


Querido Pepe:

Quiero sincerarme contigo de una vez,… ya no me atrae tu pene. Llevo dándole vueltas a la cabeza durante toda la noche. Sé que hace dos días que no nos hemos encontrado, y que estamos en este momento separados. Yo en la cama, tú… no lo sé. Te he traicionado. Ya está, ya te lo he dicho. Te he puesto unos cuernos monumentales. Y eso fue la misma noche del sábado, cuando te dije que me iba no sé a dónde. ¿Te acuerdas cuando me puse la mar de mona? ¿Con ese vestido tan ceñido que nunca, en tantos años que llevamos juntos, nunca me viste puesto? ¿Y ese perfume afrutado en mi cuello, que jamás, jamás me has llegado a oler?

El domingo regresé a casa tras haber tenido mi primera cita con alguien diferente a ti. Pedro, el hombre que conocí a través de una página web de contactos, una que ojeaba sin que tú te dieses cuenta, mientras casi te obligaba a que jugaras conmigo, a veces, bajo la mesa del ordenador, se comportó en el restaurante de manera muy gentil… Me abrió la puerta, me quitó el abrigo y no paró de posar su mano en mi cintura para que no me cayera en ningún momento, al sentarme, al levantarme, al ir al baño… Lo siento Pepe, pero tú nunca has sido delicado conmigo. Tú nunca has querido ni pretendido abrazarme, Pepe. Yo siempre te he acogido en mi seno a ti, amantísimo Pepe. La verdad es que el vino rosado que mi amante y yo nos tomamos debió desestabilizar la función de mi cerebelo, por eso no dudaba en protegerme con sus fornidos brazos de macho, de hombre de verdad… ¡Ups! Eh… yo… esto… Mi intención no era ofenderte, pero entiéndelo… con él no tenía la necesidad de tener que buscarle, ni calentarle, ni encenderle  para que viniese a mí cuando me apetecía hacer el amor.

¡Ay! Llegamos a su casa y en un santiamén nos acostamos en la cama. ¿Quieres que te dé detalles o mejor lo guardo para mí? De acuerdo, abre bien el ojo y lee, y escucha si puedes o quieres escuchar, pero no te me vayas a enfadar y ponerte a escandalizar… ¡Que nos conocemos! Qué torso tenía, Pepe. Qué abdominales. Qué brazos musculosos. Qué trasero… ¡Y qué miembro más grande! Aunque no tan grande como el tuyo… Sí, sé que en este instante estarás sonriendo al oír tal comparación. Te sentirás poderoso y orgulloso. Pero Pedro sabía hacer algo que tú no has sabido ni sabrás jamás. Pedro no me estuvo penetrando aquella noche como un animal, sin más… Gracias a Pedro he descubierto que tengo sensibilidad en otras partes de mi anatomía… Pedro me provoca un excelente orgasmo con la punta de su húmeda lengua. ¿Dónde está la tuya, anhelado Pepe? No tienes lengua, nunca la tuviste. Ni para lamer, ni siquiera para hablar. Lo siento, sé que estoy siendo dura, pero no tan dura como lo has sido tú conmigo siempre.

Te he engañado vilmente. Y ahora estoy pensando en ti, en mi cama, nuestra cama. He enviado un mensaje a Pedro porque quiero volver a verle. A ti ya no te quise ver más y es por ello que te mandé lejos de mi presencia ayer. Pero estoy recordándote un poco, apenas determinados momentos que pasamos juntos, sólo tú y yo y nadie más. ¿Dónde estarás ahora? Estarás ya mugriento y mudo cual vagabundo, rebuscando en algún contenedor de basura, en algún lugar desconocido. ¡Pobre! Yo lo era todo para ti. Yo era tu ángel de la guarda. Te cuidaba. No estarás bien lejos de mí pero tampoco creo que puedas volver. He enviado un segundo mensaje a mi amante, pero no se ha dignado en contestar. Tampoco descuelga el teléfono cuando le llamo.

Esta mañana pasé por casualidad por el mismo lugar donde años atrás nos conocimos, y he entrado dentro para recordarlo. La chica que nos presentó, esa joven con los pechos tan voluminosos y su eterna sonrisa, tan moderna, que no paraba de hablar y de hacer de celestina, aún estaba allí, con su perenne boca perfecta y abierta de par en par. Enfrente de ella había una mujer, como lo era yo entonces, y frente a ella su futura pareja, cómo lo eras tú. Entonces te volví a ver allí, real, como un clon tuyo, exacto. Perdóname, pero lo volví a hacer, te traicioné de nuevo, te volví a reemplazar. Espero que no te duela, ya no más. Al fin y al cabo tú ya estabas inútil, ya no podías darme eso que necesitaba.

He conquistado a un nuevo Pepe y está ocupando en este momento el hueco que tú has dejado, debajo de la manta calentita. Es mucho más vigoroso que tú, más fuerte que tú y se mueve mucho más veloz. ¡Ahh!… Ahora… Ahora no puedo… No puedo escri… escribirte… Espera, Pepe… ¡Ahhh!… Pepe… qué haces Pepe… no pares… ¡Oh!.. Sí, para… No, así no… así… así… continúa… ¡Ahhhh!… ¡Ahhhh!…

Con amor. Tu dueña.

P.d: Rectifico… ¡Tzzzzz!… Hay algo en lo que sois idénticos… ¡Tzzzz!…  A ambos se os gastan las pilas demasiado pronto.

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