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14 jul

LLOVÍA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Llovía. Pero no tenía con qué cubrirse.
Y caía, como filos agudos de espadas sobre su carne.

Y para poder resguardarse empezó a correr.
Y corría,… pero aún llovía…
Y más corría,… pero aún le hería…
Y corría mucho más,…
pero en su rostro golpeaban ya,
y apenas veía.

Le seguía la lluvia, o quizás la seguía él.
Y quería dejarla, pero no podía.
Parecía querer atraparla, y corría,…
más veloz,… corría,…
tras ella,… corría,…
hasta tocarla con la suave punta de sus dedos,
por la cintura.

Y le miró la lluvia,
a su cara herida,
con unos ojos muy húmedos,
a su cara empapada,
con unos ojos de sangre.

Y ya casi no llovía. Chispeaba.
-Te quiero… -le decía…

18 may

LA AMANTE DE NEPTUNO

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Ella se sentía sola. Su sexo desamparado. Todavía recordaba, mas a rasgos imprecisos, la última ocasión en la que había sido gozada. Él la había estado tocando aquella tarde dominical hacía varios meses, por dentro del pantalón vaquero, con su cremallera deslizada hasta casi rasgar la costura, bajo el cual su cándido y suave pubis permanecía oculto. La playa estaba deshabitada, y los dos furtivos se mordían los pellejos de los labios, y exhalaban los alientos en las contrarias bocas, como si pretendiesen nutrir con sus propios aires vigorizantes el uno al otro, a la par que se acariciaban con codicia, unidos como dos siameses. Aquella tarde, fue sólo aquella tarde.
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18 abr

TE QUIERO,… SÍ,… NO,… QUIZÁS

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Composición poética que puede leerse de la manera que se prefiera…

Sí,…
sus ojos
tal vez
miran,
pero…
con dulzura,
no sé si
sus piernas,
es posible,…
caminan
quizás
esbeltas,
es que
su boca
creo que
se arquea,…
no debería ser…
tan bella,…
     
A veces…
Encima,
es probable que
sus besos…
sienta.
En ocasiones…
Arriba,
puede que
su voz…
me corresponda.
A ratos…
Sobre mí,
pienso que
su presencia…
quiero.
     
La tengo.
Sin embargo…
Aquí,
de ninguna manera,
aquí,
en absoluto,
aquí…
demasiado lejos…
En mi cabeza…
     
Aunque no
le dije nada…
Y… dudo.
     
Yo la amo.
     
De eso sí estoy seguro.
07 mar

A USTED, SEÑOR INTANGIBLE

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

He de confesarle… que le amo.
Que los besos que a veces me da, me enternecen.
Cuando son tan superficiales y tan livianos, que apenas los atrapo,
que se quedan estampados en algún anhelo.
Y los percibo en mi piel,
suaves, graduales, de abajo a arriba, por mi cuerpo, poquito a poco,
como si me vistieran con una prenda de arrumacos de terciopelo.
Que las palabras que de tarde en tarde me susurra, me emocionan.
Cuando son tan espontáneas y fugaces, que casi nunca las retengo,
que se quedan repetidas en algún recuerdo.
Y las respiro en mi rostro,
cálidas, intermitentes, alrededor, por mi cabeza, a pequeñas ráfagas,
como si me aturdieran con una bofetada de aliento de enamorado.

Por eso le confieso ahora que yo le amo.
Y no, mientras le cuento esto no estoy llorando, aunque así lo crea.
Que las lágrimas que en alguna ocasión ve caer, son imaginaciones suyas.
Que los suspiros que de vez en cuando me escucha, son murmullos sin significado.
Cuando son tan intensos, que sólo mi corazón los palpita.
Cuando son tan dolorosos, que yo sólo quiero padecerlos.
Cuando son tan profundos, que sólo para mí los comparto.

Espero que también algún día me ame, como yo a usted.
Entonces, si lo desea, ya nos besaremos, y nos diremos.
Y si quiere, también le lloraré, y le exhalaré todos mis suspiros.
Pero entonces busque dentro de mí. Allí le estoy aguardando.

No importa si usted no siente nada, ahora, mañana o nunca.

De todos modos, aún así… yo le confieso que le amo.

20 dic

UN PASEO POR EL CAMPO

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Me gusta deslizar las palmas por las briznas de hierba, inocente.
Encoger los dedos de mis pies descalzos en el charco, ocasionado por una incipiente tormenta. Empaparme con ella, y que las gotas recorran mis piernas.

Me gusta enredar las manos entre las briznas de hierba, suave.
Relajar mi espalda y abarcar el momento, cerrar fuerte los párpados, entornar la boca. Inspirar el olor salvaje y húmedo del campo.

Me gusta agarrar con los dedos las briznas de hierba, ansiosa.
Mojar mi piel entera, hundirme en la confortable tierra. Despeinar mi cabello mientras se vuela con la tempestad del viento.

Me gusta arrancar con las uñas las briznas de hierba, exaltada.
Emitir un grito y que retumbe lejos, como un eco, a lo lejos, a la nada, egoísta.

Y así me gusta,… así, amor. Así me gusta cuando te guío a que explores el monte conmigo, mientras aprieto contra mí tu cabeza.

03 dic

BÉSAME

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments
Bésame.
Bésame cuando la cima ya haya alcanzado,
y tú en el primer ascenso todavía estés mirando hacia arriba.

Bésame.
Bésame aunque tu boca entre las barras de acero no quepa,
y yo encerrada en la celda añore que encajen la llave.

Bésame.
Bésame a pesar de estar sentada en el vagón,
y tú sólo veas el destello del sol sobre el cristal de la ventana.

Bésame.
Bésame cuando quiero. Bésame cuando quieras.
Bésame en lo bueno. Pero bésame también cuando no se pueda.

Deja que te bese en la boca como si bebiera de ti, aunque se haya evaporado.

Bésame cerca, pero también en la distancia.

Bésame en el aire. Dame tu beso de aire.
Que tu beso y el aire sean aire, que me haga flotar como el aire.

No dejes de besarme.
Y aunque ya no te sienta, sigue besándome.
Besa mi recuerdo.

Bésame.
Ahora. Mañana. Un día. A mí. Ojalá.

Besa.
Aunque tu beso ya sea para nadie.
03 nov

PLANETA 3G

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Los amantes se deseaban, pero no podían abrazarse. Cada uno de ellos comenzó a golpear con fiereza las mamparas que les separaban. Desde la cercana lejanía el uno del otro, luchaban para poder acariciar las palmas de sus manos, mas éstas sólo alcanzaban a rozar el frío cristal. Lentamente la rendición en sus cuerpos comenzó a hacer mella. Eran incapaces de romperlo, y ya sólo se miraban como dos estatuas, inertes, sin fortaleza. Entre las dos transparentes barreras, transeúntes caminaban libres. Algunos de ellos con un libro cerrado bajo la axila, otros agarrados de otras manos. Así pues, los enamorados optaron por sentarse, cansados. En sus mentes tan sólo recordaban las sonrisas que se habían dedicado, las caras tristes, las lágrimas secas en rostros hipócritas, los mecánicos guiños de complicidad. Expresiones erróneas, frases mal pronunciadas. Cerraron los ojos y se dejaron llevar, consumidos dentro de ese lugar donde estaban atrapados. Y ya sólo sentían cómo se alejaban más y más, mientras eran absorbidos por el gran agujero negro del Smartphone gigante donde vivían.

03 nov

BILLETE DE 500

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

El motor se puso en marcha. Apoyé mi mano en el cristal de la ventanilla mientras te miraba. Llovía y estabas empapado, y veía cómo te alejabas y te perdías entre la multitud, hasta desaparecer.

-Adiós, pequeño… adiós –susurré al borde del llanto. –No olvidaré vaciar mis bolsillos cuando vuelva a meter el pantalón en la lavadora.


Microrrelato seleccionado en el libro «Bocados sabrosos III», del Concurso de Microrrelatos ACEN. Libro solidario a favor de A.F.A. (Asociación de Familiares de personas con la enfermedad del Alzheimer y otras demencias de Castellón). Si estás interesado en el libro, busca en el lateral de mi blog.

28 oct

EL ÁRBOL QUE NO SABÍA PERDONAR

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

El señor octogenario estaba sentado sobre la roca, colocada al lado de la puerta trasera de su morada campestre. Sus deterioradas e hinchadas manos, desplomadas sobre las rodillas, soportaban la lasitud de su cuerpo de señor ya mayor. Apenas miraba al frente, sólo para lanzar breves vistazos con hastío al almendro, huérfano y solitario al lado del resto de pimpollos de otras especies, y que con tanto esmero había cuidado su esposa los últimos tres años de su existencia. Se armó de coraje y decidió fijar la visión sobre éste, aunque con cierto rencor, pues sentía que no merecía su apreciación. Varios años se mantenía con vida el vegetal, pero nunca había observado en todo ese tiempo la mudanza del color de su tronco; permanecía verde, endeble y enjuto, como si se negara a evolucionar desde la adolescencia a la madurez. Ni frutos maduraban en su ramaje, siempre estaba vacío de hojas año tras año, mas no de su perenne gama rosácea, tal como si buscase perpetuar un eterno embarazo más allá de los nueve meses. Aparentaba ser un árbol frágil e inservible, pero con cierto donaire. Sus delicadas flores vivían en las ramas, amontonadas, formando de manera fascinante algún que otro trío e incluso cuartetos y quintetos, imperturbables. Pero el hombre ya no lo quería en su plantación. Siempre había pensado que ese ser vivo sin habla se le rebelaba.
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22 oct

DESCANSAR (Fragmento)

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments
Fragmento del relato «Descansar», que se me ocurrió un día interpretar de manera algo improvisada en un monólogo!

«Descansar», finalista en «Premio Narrativa para mujeres», 2012. Libro «Las mujeres cuentan».