Etiqueta: Desamor

17 feb

POEMA DE DESAMOR SIN NOMBRE, PORQUE YA NO SÉ QUIEN ERES Y YA NO SOY NADA.

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

No me dañes, no me hieras,
porque se abrirán entonces las nubes,
y se oirá el retumbo de un millón de estrellas.
Y caerán como espinas de nieve,
y borrarán la figura lejana.
Y caerán como espinas de agua,
y empaparán aquellos pies que andan.
Y caerán como espinas de acero,
y en la tierra al paso serán hincadas,
preso, atrapada,
caerán como espinas de sangre,
para que no me hieras,
para que no te vayas,
para que no me dañes,
sobre la carne,
desgarrada, mientras te miro,
con el corazón exprimido,
en mi mano,
que llueve.
De este pecho empalidecido,
de esta rosa ahogada,
de este amor que está marchito.

27 abr

TE ESCRIBO UNA CARTA DE AMOR

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Y me cuesta hacerlo,
porque cuando lo intento imagino tu voz y mi rostro,…
tu aliento, mi voz,
tu risa, ligera,
mi risa, te ríes,
tímida, bromeas,
cerca, de mí,
estás, conmigo,
me gusta…

Y resulta muy confuso…
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20 ene

INGENUA ENAMORADA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Rasga mi sensibilidad.
Desnuda con dominación mis ideales.
Haz que al exterior aflore mi pecho que palpita.
Aprieta contra la pared mis debilidades.
Y lame entre risas… Muérdelo… ¡Come!
Alcanza el punto más poderoso de tu clímax.

Entonces… deja que vuelva mi corazón a bombear a su ritmo,
deja que mis zapatos vuelvan a ser mi soporte,
deja que me vuelva a poner mi vestido de romance.
Y deja que me vaya.

No quiero escuchar tu voz susurrando: “Mi amada…”
¿Pues después del orgasmo que queda?
El silencio sólo,
la paz, la nada…
Nada.

27 oct

ODA A MI AMANTE (fragmento)

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

[…] Un vendaval de frenesí controlado arranca mis piernas de la tierra,
y retuerce sus diez raíces,
que se encogen y se estiran
a cada estremecimiento que sopla mi garganta.
Y así, relajada y disponible, te ofrezco mi fruto,
de un color tan vivo, tan rosado, ya maduro,
que a punto de caer se ocultaba con recelo entre las ramas podadas.
Acarícialo, pálpalo, cógelo…
Y piensa si deseas saborearlo,
pero no lo dejes en su árbol. […]

16 jul

TUS ALAS

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Recolecté las más majestuosas plumas caídas,

las cosí con los más deslumbrantes hilos dorados,

las laqué con el más claro de los blancos,

las rocié con el más dulce de los aromas.

Ahora, colócalas en tu espalda… y vuela…

Lejos,… vuela…

Tú solo,… vuela…

que yo todavía cumplo aquí abajo,

en el inframundo, mi penitencia.

07 mar

A USTED, SEÑOR INTANGIBLE

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

He de confesarle… que le amo.
Que los besos que a veces me da, me enternecen.
Cuando son tan superficiales y tan livianos, que apenas los atrapo,
que se quedan estampados en algún anhelo.
Y los percibo en mi piel,
suaves, graduales, de abajo a arriba, por mi cuerpo, poquito a poco,
como si me vistieran con una prenda de arrumacos de terciopelo.
Que las palabras que de tarde en tarde me susurra, me emocionan.
Cuando son tan espontáneas y fugaces, que casi nunca las retengo,
que se quedan repetidas en algún recuerdo.
Y las respiro en mi rostro,
cálidas, intermitentes, alrededor, por mi cabeza, a pequeñas ráfagas,
como si me aturdieran con una bofetada de aliento de enamorado.

Por eso le confieso ahora que yo le amo.
Y no, mientras le cuento esto no estoy llorando, aunque así lo crea.
Que las lágrimas que en alguna ocasión ve caer, son imaginaciones suyas.
Que los suspiros que de vez en cuando me escucha, son murmullos sin significado.
Cuando son tan intensos, que sólo mi corazón los palpita.
Cuando son tan dolorosos, que yo sólo quiero padecerlos.
Cuando son tan profundos, que sólo para mí los comparto.

Espero que también algún día me ame, como yo a usted.
Entonces, si lo desea, ya nos besaremos, y nos diremos.
Y si quiere, también le lloraré, y le exhalaré todos mis suspiros.
Pero entonces busque dentro de mí. Allí le estoy aguardando.

No importa si usted no siente nada, ahora, mañana o nunca.

De todos modos, aún así… yo le confieso que le amo.

03 nov

PLANETA 3G

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Los amantes se deseaban, pero no podían abrazarse. Cada uno de ellos comenzó a golpear con fiereza las mamparas que les separaban. Desde la cercana lejanía el uno del otro, luchaban para poder acariciar las palmas de sus manos, mas éstas sólo alcanzaban a rozar el frío cristal. Lentamente la rendición en sus cuerpos comenzó a hacer mella. Eran incapaces de romperlo, y ya sólo se miraban como dos estatuas, inertes, sin fortaleza. Entre las dos transparentes barreras, transeúntes caminaban libres. Algunos de ellos con un libro cerrado bajo la axila, otros agarrados de otras manos. Así pues, los enamorados optaron por sentarse, cansados. En sus mentes tan sólo recordaban las sonrisas que se habían dedicado, las caras tristes, las lágrimas secas en rostros hipócritas, los mecánicos guiños de complicidad. Expresiones erróneas, frases mal pronunciadas. Cerraron los ojos y se dejaron llevar, consumidos dentro de ese lugar donde estaban atrapados. Y ya sólo sentían cómo se alejaban más y más, mientras eran absorbidos por el gran agujero negro del Smartphone gigante donde vivían.

22 oct

LA INSACIABLE

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Carta de picantón desamor… que escribí hace ya algún tiempo…


Querido Pepe:

Quiero sincerarme contigo de una vez,… ya no me atrae tu pene. Llevo dándole vueltas a la cabeza durante toda la noche. Sé que hace dos días que no nos hemos encontrado, y que estamos en este momento separados. Yo en la cama, tú… no lo sé. Te he traicionado. Ya está, ya te lo he dicho. Te he puesto unos cuernos monumentales. Y eso fue la misma noche del sábado, cuando te dije que me iba no sé a dónde. ¿Te acuerdas cuando me puse la mar de mona? ¿Con ese vestido tan ceñido que nunca, en tantos años que llevamos juntos, nunca me viste puesto? ¿Y ese perfume afrutado en mi cuello, que jamás, jamás me has llegado a oler?
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10 sep

LA FÁBRICA DE LÁGRIMAS

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

La fábrica permanecía aún en pie a las afueras de la ciudad, pero un ramaje de plantas secas, enredadas como serpientes, había comenzado a cubrir su fachada.
La muchacha, pequeña e ilusionada, llamó al timbre, y al rato, un hombre le abrió.
–Disculpe,… Quisiera volver a formar borrones de tinta azul sobre las letras escritas en una carta, de un hombre que me declare su amor.
Y quisiera volver a formar manchas de tinta negra sobre la tela de una camisa, de un hombre que me acoja en sus brazos.
Y quisiera volver a formar rodales de tinta clara sobre la almohada de la cama, de un hombre que en mi cabello susurre “te amo”.
Véndame uno de sus frascos, se lo ruego. Uno de esos frascos de lágrimas de emoción por amor.
–Lo siento joven, pero no puedo ayudarte. –le respondió. –Hace tiempo que las ventas cayeron. Hace mucho que la fábrica está cerrada.

Y el hombre, de un impulso, le cerró el portón en la cara.

20 may

LA PRINCESA (DES)PROMETIDA

Eva Villares / Publicación / / 0 Comments

Microrrelato con una deliciosa venganza de amor…

La niña había estado jugando a ser mayor, se había puesto un bonito vestido, se había calzado unos tacones y se había pintado bien los labios. Había estado bailando frente al espejo, a la vez que tarareaba una melodía de cuento de hadas en su imaginación. Y tras ello, se sentó en el borde de la cama, abrió el libro a la altura que el marca páginas indicaba, y terminó en voz alta la última página que le faltaba por leer.

“(…) y la primera de las noches la princesa esperó sobre el lecho de su alcoba, emocionada, pues su príncipe iría a buscarla, y la montaría en su blanco corcel, tras haber vencido con su sable al dragón de cuatro cabezas.

De nuevo, la segunda de las noches la princesa esperó sobre el lecho de su alcoba, emocionada, pues su príncipe iría a buscarla, y le apartaría las ondas de su cabello, para susurrarle tiernas palabras cerca de su rostro.

Y al fin, la tercera de las noches la princesa esperó sobre el lecho

de su alcoba, emocionada, pues su príncipe iría a buscarla, y la tomaría con sus robustos brazos, mientras le propinaría un dulce beso de amor.

Esperó durante horas, mientras se atusaba con las púas de sus dedos el cabello. Y ya cuando sobrevino la noche, de tanto cansancio se quedó dormida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.”

La muchacha cerró el libro, cogió su bolso y se fue a la discoteca con sus amigas.